lunes, 11 de octubre de 2010

Competencia e incompetencia

Una de las esencias del deporte es competir: ser mejor y superar a un rival. La peculiaridad del futbol permite, sin embargo, que el resultado termine a veces en empate. A raíz de que este domingo tres juegos de la liga mexicana terminaron, como empezaron, surgió entre algunos periodistas la evidencia de que algo anda mal. Aunque algo tardía, la reacción es sintomática del estancamiento de un modo cerrado de concebir el futbol.
El sistema de competencia en México es único en el mundo (aunque haya alguno como el colombiano que se le parezca). Las reglas están diseñadas para desestimular el esfuerzo y premiar al más astuto, pero no al mejor. Explicarlo es complicado y eso ya debería servir para ilustrar que lo burocrático y tortuoso no se llevan con la eficiencia y menos con la justicia. En realidad en México se juegan 4 campeonatos al año: la liga está dividada en dos torneos semestrales con un campeón (como en Argentina). Pero a cada una de esas ligas semestrales se le añaden dos liguillas (como en Colombia). A este minitorneo de copa van ocho equipos que, a diferencia de Colombia, no salen de la tabla general sino de un sistema de 3 grupos: califican los dos primeros de cada grupo y los dos mejores terceros lugares. A veces esos ocho son los mejores ocho de la tabla general. Pero a veces no. El último lugar no desciende, sino que desciende el peor equipo de los últimos tres torneos de acuerdo a una tabla que divide los puntos entre número de juegos jugados. Así tenemos un sistema en el que el mejor del torneo de liga tiene las mismas posibilidades que el que termina octavo de ser campeón y el peor de la liga corre pocos riesgos. Las 17 fechas de la liga sirven solamente para saber qué equipos disputarán el campeonato, por lo que se convierten con frecuencia en una larga pretemporada para los equipos fuertes que pueden darse el lujo de perder hasta 6 de esos 17 juegos y todavía aspirar al título.
A eso hay que añadir que en la primera división hay tres equipos que pertenecen a un mismo dueño y que en la segunda división juegan los equipos filiales de los de primera. Es decir, no hay competencia porque en realidad las entidades pertenecen a unos cuantos dueños: televisoras, cervecerías, cementeras, intereses económicos que están perfectamente conformes con que no haya competencia porque este sistema de cuatro torneos al año trae muy buenos réditos. Quizá que el futbol esté en manos de unas cuantas empresas, que los clubes no estén formados por socios, por aficionados, sino que sean la parte comercial de compañías que se dedican a otra cosa, explique en parte "el eterno conformismo del futbol mexicano" como lo llamó un periodista.
Pero no hay que dejar de observar que la exclusión del público (del hincha) de la toma de decisiones y su encasillamiento como cliente (en este modelo empresarial en el que el club es solo una marca comercial) es fiel reflejo de lo que de él piensan los políticos: no se le considera como ciudadano sino como voto comprable. En eso, el sistema de competencia del futbol nacional reproduce el modelo político en el que el partido único instauró su monopolio del poder durante el siglo XX.

1 comentario:

  1. Es interesante analizar la organizacion del Futbol mexicano, porque te das cuenta de que es un reflejo de como funciona nuestra sociedad, como ejemplo claro y comparable toma a la gran mayoria de estudiantes de nivel medio a superior; en la mayoria de instituciones academicas, no importa en realidad cuanto aprendes durante el ciclo escolar, lo importante es "machetearle" una noche antes del examen para aprobar y si "por mala suerte" no apruebas todavia hay varias oportunidades mas para completar la "azaña" y cumplir una meta sin cumplirla en realidad.

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