viernes, 8 de octubre de 2010

Paul Theroux y el futbol


La escritura de Theroux de sus viajes por el tercer mundo se convierte por momentos en antropología de ocasión. En The Old Patagonian Express cuenta sobre las reacciones callejeras durante unas elecciones ocurridas en Colombia a finales de los setenta. Le llaman la atención la efervescencia y el ambiente de fiesta en las calles. Él lo llama más bien "histeria" que , dice, está lejos de ser democrática. Atestigua la llegada de autobuses de masas a las que se les ha pagado por votar y el ruido de las arengas en pleno día de las elecciones. Llega a creer que tal movimiento presagia la inminencia de algo. Pero le sorprende aún más que nada suceda: "A la mañana siguiente, todos los partidos reclamaban una victoria de algún tipo. Quizás esta fuera la respuesta. En una dictadura solo un partido gana; en una democracia lationamericana todos los partidos ganan y tales victorias sólo pueden acabar en una riña generalizada." Lo curioso es que este espectáculo electoral le recuerde al encuentro amistoso que semanas atrás ha visto en El Salvador: "Era como un juego de futbol. El marcador, el juego, la estrategia importaban muy poco; el apaciguamiento de la muchedumbre era lo más importante." Al menos eso ha sido la democracia mexicana desde las épocas del PRI hasta ahora: un espectáculo sin competencia real, en el que el verdadero disentimiento se aplasta. Y la liga de futbol en México funciona así: al final no se compite por ver quién es el mejor sino por pasar a la liguilla. Y lo más importante es mantener a la audiencia entretenida. Y para eso, en política y futbol, está la televisión.

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