jueves, 18 de agosto de 2011

Mourinho y el antifútbol. La parábola del Karate Kid

(Foto: Josep Lago, elpais.com)

Las imágenes de televisión le están dando la vuelta al mundo en estos momentos. El entrenador del Real Madrid, José Mourinho, con gesto de psicópata, arremete contra un sujeto que de espaldas y agachado, trata de quitarse como puede la mano de su cara, esa mano, ese dedo que se le incrusta en el ojo. Cuando ese sujeto, Tito Vilanova segundo entrenador del Barcelona, lo logra se da la vuelta, identifica a su agresor, y le da un empujón.
La escena ocurre en medio de una bronca generalizada entre jugadores de ambos equipos. El marcador está 3-2, se juegan los minutos de la compensación, y se trata de un clásico. Sirvan estas circunstancias como explicación. Pero lo que es más difícil de explicar es la aparente gratuidad de la agresión de Mourinho. De la nada, aparentemente, se arranca contra Vilanova y lo ataca.
Lo más probable es que sea un signo de la frustración. Las declaraciones del portugués al final del partido parecen confirmar el cuadro de un tipo que ha sufrido un arranque de impotencia: no sólo no muestra ningún signo de arrepentimiento sino que se mofa del agredido. Lo de la frustración también se entiende: el ha preparado obsesivamente desde hace mes y medio este partido y cuando ve que lo va a perder, ataca.
No hay duda de que el entrenador del Real Madrid sea muy talentoso. Una de las cosas que mejor hace, además de entrenar bien, es utilizar todo el aparato mediático que rodea al fútbol a su favor. Ha demostrado estar muy consciente de que el fútbol es un juego en el que, como el teatro, se representan las pasiones más básicas. Tal parece que él está empeñado en conseguir a pulso el papel del villano, del malvado, del mal perdedor, o del que quiere ganar a como dé lugar. Se ha instalado en ese rol porque entiende que el de los buenos (los que encarnan la bondad moral y la virtud futbolística), parece que ya está ocupado por el Guardiola y sus muchachos.
La reacción visceral de Mourinho hace que su personaje se parezca mucho al de John Kreese, aquel entrenador de la película Karate Kid, que enseña a sus pupilos a ser agresivos, a no tener piedad por el contrario, a jugar sucio, y a ganar como sea. La pregunta ahora es cuánto tiempo seguirá Mourinho representando ese papel y cuánto tiempo soportarán sus hinchas que su equipo sea el club Kobrakai.

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