domingo, 7 de agosto de 2011

Una nueva entrada. Al lector salteado

Ha sido un largo aprendizaje este el de administrar un blog. Sucede como con todas las cosas buenas en la vida: entre más se empeña uno en conseguir algo, uno se obsesiona y se aleja del impulso inicial, de aquel primer impulso por el que todo comenzó. Al principio, la idea era escribir y darle salida a las cosas que repentinamente se me venían a la cabeza que parecieran medianamente interesantes y que cayeran en el triángulo formado por la actualidad política, la cultura y el futbol. Al poco tiempo, por la necesidad de mantener esto actualizado, las ideas, de por sí no muy abundantes, comenzaron de plano a ser más huidizas de lo habitual. Y luego empezaron a morir antes de siquiera ser escritas. El puro placer de escribir por escribir, desapareció.

Escribir: ese primario placer de ordenar en palabras lo que nos pasa por la cabeza.

Así que lo más sensato sea volver al comienzo. A la primera intuición. Y para ello lo más conveniente es dejar la idea de que lo que se escriba tenga que ser de rigurosa actualidad, o seguir el mandato de un hasta ahora inexistente e improbable gusto de los lectores.

Si no hay lectores, no importa.

Con escribir, basta. Ya habrá algún incauto que venga por estos pagos y se entretendrá un rato, con lo que haya aquí. Y a ver si también la solemnidad se va por ahí a pasear y vuelve la diversión de encontrar algo para decir sobre el ese extraño mundo que se empeña en confundir cada vez más la política con un partido de futbol (de los malos, de los que están amañados por las casas de apuestas), y a la cultura con una sesión del congreso.

¿Y el futbol? Algo habrá que decir sobre Venezuela, que jugó las semifinales de la Copa América; o sobre Maradona dirigiendo en la apasionante primera división de Emiratos Árabes; o sobre el descenso de River, o sobre la liga de los 38 equipos que por una semana fue posible para la AFA. Digo, el mundo de la pelota tampoco deja de producir ideas descabelladas o inimaginables. Y valdrá la pena, sólo escribir.

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