martes, 13 de septiembre de 2011

Guardiola: La pasión por hacer las cosas bien



Hasta hace poco, ignoraba que hubiera muchos entre periodistas y aficionados que no soportan al entrenador del F. C. Barcelona. Muchos creen que se trata de un farsante, de un personaje que finge permanentemente ser buena persona, y que esa imagen le sirve de fachada a su personalidad más bien arrogante, engreída y pedante. Es decir que la modestia que enseña en las ruedas de prensa es falsa y eso irrita aún más a sus acusadores. No pocos conectan estas críticas con su excesivo orgullo catalanista, como si Guardiola, al hacer gala de su nacionalismo, añadiera algo a su supuesta soberbia.
Algo habrá (seguro que muy poco) de verdad en las críticas. Pero sobre todo, lo que reluce entre sus detractores es la envidia, esa malestar que produce ver cómo el otro (a quien no se imagina en principio ni superdotado, ni nada fuera de lo común) hace las cosas mejor que nadie.
Hace unos días Guardiola recibió una medalla en el Parlament de Catalunya. Quizá sea parte del personaje, pero en su discurso resumió lo que es para él la clave: la pasión por hacer bien su trabajo. Es decir, levantarse a la mañana todos los días y creer tanto en lo que haces que lo haces lo mejor posible,y sobre todo, gozar y encontrar la recompensa de la satisfacción haciéndolo. Cuenta Guardiola que lo más placentero de su trabajo es cuando se mete en una oficina en el nivel subterráneo del Camp Nou, un día o dos antes de cada partido, a mirar en una pantalla vídeos del rival. Y que el momento más feliz es cuando vislumbra e imagina, luego de dos o tres horas de tomar apuntes y repasar las imágenes, la forma para vencer al rival siguiente. Nadie creerá que por ver vídeos y estudiar al rival, el Barcelona gana. Eso lo hacen desde hace años todos los entrenadores. Pero Guardiola habla de la satisfacción íntima de estar a solas y descubrir la clave que resolverá el partido siguiente, y sobre todo de que no soportaría hacer otro trabajo en la vida, que para él pasar las horas y los días siendo entrenador de fútbol es y una recompensa suficiente.
El discurso puede ser interpretado como un lugar común más de la literatura motivacional, pero sería desatender a la evidencia de lo que ha ganado el Barcelona en los últimos tres años. Otra evidencia es encontrarse todos los días a gente que odia lo que hace, que no le gusta su oficio y que se limitan a cumplir medianamente, burocráticamente para seguirla pasando, para que todo siga igual. Suelen ser estos últimos, los frustrados, los que guarden más envidia.


2 comentarios:

  1. El juego del Barcelona es una perfecta metáfora de quien es su entrenador, porque el autor siempre se desliza en cada una de sus obras. Te hablo de esa omnisciencia de la que nadie escapa, aunque seamos terriblemente modestos. Abrazos

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  2. Opino lo mismo. De ahí que no prometa títulos sino seguir jugando a lo mismo. Seguir intentando, al fin y al cabo. Abrazo de vuelta

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