jueves, 22 de septiembre de 2011

Las camisetas limpias



El Valencia saltó ayer a la cancha con su camiseta en la que en lugar de la publicidad se podía leer su cuenta de twitter @valenciacf. Hace semanas fue noticia que varios equipos de la liga española no habían logrado obtener ningún patrocinio favorable y que por ello se veían obligados a dejar la camiseta sin anuncios. Consecuencia de la crisis económica mundial, se dijo. No sé si alguien entre los aficionados del Atlético de Madrid, Villarreal, Zaragoza o Valencia se sintió feliz de poder volver a ver la camiseta de su equipo limpia, libre de letreros o logos, pero si hubo alguno, simpatizo con él.
Tal parece que ese vacío es insoportable para algunos, como los directivos del Valencia. Obvio que la decisión de incluir la cuenta de twitter en las camisetas responde más a una necesidad estética, de decoración, que de marketing. No sé si de ayer a hoy los seguidores de @valenciacf habrán aumentado en twitter, ni si eso hace bien a las finanzas del club. Se trata en todo caso de una especie de publicidad en círculo, como si el club promocionara entre sus propios aficionados su oficina de prensa. Ya hace una década el Real Madrid había puesto el logo de su página de internet.
Apuesto más bien a que a alguien en el club le pareció indispensable llenar el vacío, que la camiseta sin letrero se veía mal. Tener un anuncio es la norma hoy en día, y una camiseta limpia de publicidad resulta anacrónica y desentona tanto como los futbolistas que usan zapatos negros.
Pero hubo un tiempo, no hace tanto, en que las cosas no eran así. Los futbolistas que usaban zapatos blancos eran excéntricos y, de hecho, se veía con buenos ojos a los equipos que podían resistir al acoso comercial y mantenían libre de publicidad su camiseta. Eran los años noventa, los años en que el márketing se adueñó de toda clase de espacios públicos, incluidas la camiseta de tu club de toda la vida. En aquel entonces, en España había sólo dos equipos el Athletic de Bilbao y el Barcelona que lucían sólo sus colores. En México solía haber otro, los Pumas de la UNAM, que ya hace bastante cedió a los nuevos tiempos.
Es precisamente en uno de estos últimos clubes, en el Barcelona, donde el tema ha despertado polémica recientemente a propósito del letrero de la Qatar Foundation. Nadie discute la conveniencia de recibir 165 millones de euros. Se han planteado entre los socios, sin embargo, reparos éticos y políticos acerca que de si al promover fundación Qatar (que al parecer se dedica a apoyar la educación) en la camiseta azulgrana se legitima la monarquía qatarí y su régimen autoritario. Una resistencia inusual, pero resistencia al fin frente avasallamiento del mercantilismo.
Es fascinante que en la misma liga estén por un lado los clubes que por la crisis no encuentran quien pague lo que vale anunciarse en sus camisetas y por otro quienes se plantean rechazar dinero por encontrarlo contradictorio con "los valores del club".
Lo ideal sería que hubiera alguien, algún multimillonario tan enamorado del fútbol que estuviera dispuesto a pagar por no tener publicidad en la camiseta de su equipo. Si yo fuera Rockefeller, lo haría.

1 comentario:

  1. Ah, aquellos años en que el fútbol era fútbol. Este mundo nuestro necesita una mano de pintura. Saludos

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